Mujeres sin armas, mujeres desnudas
- Anayeli Tapia
- 10 abr 2018
- 5 Min. de lectura
En un país en el que a diario cinco mujeres son asesinadas, y ante tantas y nuevas modalidades que hay en la agresión de género, la portación de armas no letales como el gas pimienta o los choques eléctricos se han convertido en una de las formas mínimas a la que las jóvenes han recurrido para seguir subsistiendo en un territorio en donde parece que el nacer mujer fue su único pecado.

Foto: CriminalTaste Fashion Design
La vida de Mariana Silva cambió luego de vivir en carne propia un asalto con violencia; y es que no sólo creció su miedo de andar por las calles de la ciudad, sino que este mismo hecho la orilló a modificar su seguridad: desde hace seis meses porta un inmovilizador eléctrico (taser), y previo a ello, también un gas pimienta, herramientas de defensa que hoy se han convertido en accesorios indispensables dentro de su bolso, pues la ausencia de ellas la hacen sentir “desnuda por la calle, totalmente vulnerable”.
Aunque la joven estudiante de la Universidad Latinoamericana (ULA) nunca los ha utilizado, menciona que el simple hecho de traer este tipo de armas no letales en la mano le proporciona seguridad.
No importa la edad, la zona donde se viva, la escuela o profesión: parece que nacer mujer en México es el único pecado que han cometido; es por ello que la portación de armas no letales como el gas pimienta o los choques eléctricos se han convertido en una de las formas mínimas que las jóvenes tienen para proteger su vida en este territorio.
De acuerdo con el mapa “Feminicidios en México”, actualizado diariamente a través de un rastreo de noticias nacionales, y realizado por la activista y defensora de los derechos humanos, María Salgado, en lo que va del 2018 se han registrado 704 feminicidios, es decir, cinco mujeres pierden la vida al día, la mayoría en la Ciudad de México, Edomex y Puebla. Tan solo en 2017 la cifra total fue de 2062 fallecidas.

Sin embargo, hay tantas y nuevas modalidades de agredir a una mujer que el hecho de portar armas no letales ni siquiera garantiza estar plenamente a salvo. Ejemplo de ello es la reciente ola de violencia en contra de mujeres embarazadas o los altercados en transportes privados como Uber o Cabify.
Por otro lado, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU, 2017) elaborado por el Instituto de Estadística y Geografía (Inegi) revela que el 80.5% de las mujeres mexicanas considera que vivir en su ciudad es inseguro; mientras que sólo el 70.6% de los hombres, lo piensa así.

Frente a ello, los “potenciales afectados” por la portación de armas, como Eduardo Morales Roldán, estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que, aunque la violencia no se combate con más violencia, en el contexto en el que se da esta práctica es “un mal necesario”, pero que jamás debe de ser normalizado.
Por su parte, Otoniel Pavón, comunicólogo de la misma Institución, dice que ver a las mujeres armadas es una “reacción normal” ante la creciente incidencia delictiva y el deficiente sistema judicial y atención del delito.
Galo Cañas, fotógrafo, pese a estar a favor de la portación de armas no letales por parte del sector femenino, puntualiza que es necesario que se haga conciencia de la responsabilidad que implica cargar con un arma no letal.
Y es que aunque Jaqueline Guillermo se haya informado de cómo usar correctamente su gas casero, o que Kayleigh Bistraín sepa que no debe de accionar un taser por más de cinco segundos en el cuerpo del atacante, el uso de éstos puede volverse legalmente contraproducente.
La portación y el uso de gas pimienta no están sancionados, sin embargo, dentro del Código Penal la definición de armas o instrumentos prohibidos refiere a “gases asfixiantes, tóxicos y demás similares”, lo que provoca que esta falta de precisión pueda volverse un nocaut para las portadoras, pues si bien el gas no entra en esas categorías, sí es un producto irritante por estar hecho a base de oleorresina capsicum, un aceite extraído del chile.
Rubén Alberto Curiel Tejeda, experto en derechos humanos, precisa que “en realidad ninguna norma habla de que el gas pimienta sea un gas prohibido, habla de similares, que son muchísimas cosas”, y ese vacío legal puede no ser de mucha ayuda para las portadoras.
“Sí me dan miedo las consecuencias legales que yo pueda tener al prevenir un ataque haciendo uso del arma, y que se me prive de mi libertad; pero aun con todo y ese escenario, prefiero siempre traerlo conmigo para usarlo cuando sea necesario”, expresa Mariana.
Recientemente el gobernador de Puebla, José Antonio Gali, envió una iniciativa al Congreso del estado en el que pide regular el uso del gas pimienta y armas eléctricas, esto luego de que una alumna de la Ibero Puebla sufriera un intento de violación, lo que ocasionó protestas y la difusión a través de redes sociales promoviendo la portación del gas pimienta.
Pese a ello, la venta de artefactos de defensa personal por ahora es libre y son sencillos de encontrar. Cuando los artículos no llegan a las manos de las jóvenes como regalo de familiares o amigos (como fue el caso de Mariana), basta con ir a locales de la calle Moneda en el Centro Histórico o iniciar una búsqueda por internet que arrojará como resultado una amplia variedad de estos artículos en páginas de venta como Mercado Libre, con precios que van desde los 50 hasta los 900 pesos, dependiendo el modelo.
Andrea Sandoval, comunicóloga, asegura que mientras más discreta sea el arma más seguridad brinda. Por eso no es casualidad que el líquido simulado en plumas, lápiz labial, llaveros o perfumes, sean de los más vendidos; así como tampoco lo es que los inmovilizadores tengan forma de anillos, lipstick o lámparas.

Este mismo hecho es lo que orilló a Ditza Arámburo Gutiérrez, diseñadora egresada de la Universidad Iberoamericana de Puebla, a crear los primeros zapatos con un gas pimienta incorporado al tacón. Aunque aún no han salido a la venta, Arámburo actualmente trabaja en nuevos prototipos que se acoplen a los gustos de cualquier mujer.
La diseñadora poblana menciona que es lamentable que las mujeres tengan que recurrir a uso de armas de defensa. “Ya sea con mi producto o con cualquier otro, las mujeres tenemos que defendernos de cualquier forma, no podemos quedarnos de brazos cruzados, tenemos que recurrir a la moda si es necesario, porque si no es entre nosotras, ¿quién nos ayuda”, expresa.
En julio del 2016 el gobierno capitalino de Miguel Ángel Mancera repartió más de 15 mil silbatos como medida contra el acoso en el Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC). Sin embargo, esta medida fue severamente criticada por colectivos defensores de los derechos de la mujer.
Para Mariana Silva, este proyecto “fue un insulto y fue ridículo, degradante e indiferente”, y aseguró que las autoridades sólo han intentado atacar el síntoma y no la problemática.
Mientras cada día las cifras de violencia de género se vuelven más rojas, una mujer ha decidido sacar de su clóset una sudadera que pueda ocultar su figura, otra se corta el cabello por miedo de que teniéndolo largo sea más más fácil de ser raptada, unas más han dejado de salir por las noches o, simplemente, alguna ha tomado la decisión de portar un gas pimienta o un inmovilizador eléctrico para sentirse más segura, porque en el contexto actual, una mujer desarmada es una mujer desnuda.
Comments